A diferencia de Juanco y Hernán, dos queridos amigos y colegas, yo no pude asistir a la marcha debido a otras obligaciones. Y lo lamenté todo la tarde de ayer.
Habría sido mi primera marcha. Mi primera manifestación. Y por eso lo lamenté. Porque estoy seguro de que hubiese sido la mejor oportunidad para, por primera vez, salir a la calle totalmente convencido de que era lo correcto y reclamar por algo que nos pertenece a todos los ciudadanos, la justicia. Hubiese sido la primera oportunidad para expresar mi descontento abiertamente, despojado de intereses y vicios.
Mientras escuchaba atentamente la radio, me imaginaba aquellas imágenes que Juanco me transmitía a través del celular. Una multitud de personas con banderas celestes y blancas, las manos abiertas pintadas de blanco y alzadas hacia el cielo casi tocándolo, las voces de miles de personas que se hacían una en un incasable pedido de justicia y transparencia, y las gargantas de un sin número de jóvenes, niños, padres y abuelos cantando nuestro himno.
Mientras todo esto sucedía, yo, en mi lugar, pensaba lo impresionante, inevitable y conmovedor que puede ser el pueblo cuando se une. Y por eso lamenté toda la tarde de ayer no haber podido asistir a la marcha.
Habría sido mi primera marcha. Mi primera manifestación. Y por eso lo lamenté. Porque estoy seguro de que hubiese sido la mejor oportunidad para, por primera vez, salir a la calle totalmente convencido de que era lo correcto y reclamar por algo que nos pertenece a todos los ciudadanos, la justicia. Hubiese sido la primera oportunidad para expresar mi descontento abiertamente, despojado de intereses y vicios.
Mientras escuchaba atentamente la radio, me imaginaba aquellas imágenes que Juanco me transmitía a través del celular. Una multitud de personas con banderas celestes y blancas, las manos abiertas pintadas de blanco y alzadas hacia el cielo casi tocándolo, las voces de miles de personas que se hacían una en un incasable pedido de justicia y transparencia, y las gargantas de un sin número de jóvenes, niños, padres y abuelos cantando nuestro himno.
Mientras todo esto sucedía, yo, en mi lugar, pensaba lo impresionante, inevitable y conmovedor que puede ser el pueblo cuando se une. Y por eso lamenté toda la tarde de ayer no haber podido asistir a la marcha.
Foto: LaVoz.com.ar
2 comentarios:
Me parece muy interesante que puedan vivir en carne propia la necesidad de salir a la calle para hacer oir nuestra voz.
Nosotros como trabajadores públicos nos hemos movilizado incansablemente por las calles de Formosa sin ser oidos y sintiendonos observados como bichos raros por nuestros comprovincianos.
Hasta que no se siente esta necesidad surgida de las entrañas se subestima la movilización de los otros.
Espero que desde ahora miren con "otros ojos" a los que se movilizan como una posibilidad de hacerse visibles y expresarse.
Ojalá que muchos jóvenes hayan sentido lo mismo porque eso indica que un futuro mejor es posible
Susana
loco, sos 'periodista' y nunca fuiste a una marcha? aha. bien. todo un especialista en temas de la calle.
capa que te pasa por estudiar en ese lugar. Vos no tenés la culpa de todo...
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